Biografía y producción dramática:
Nació en Madrid en 1617; se casó en 1647 con María Muñoz, y tuvo nueve hijos. Estuvo al servicio de Felipe IV y Carlos II, sirviendo en la guardia real, pero nunca consiguió una buena situación económica. Más conocido como autor de novelas costumbristas, la obra dramática de Francisco Santos quedó inédita y tampoco hay constancia de representación alguna, aunque debieron de circular copias manuscritas.
En sus obras novelescas hay algunas alusiones a sus piezas teatrales; en el prólogo de Las tarascas de Madrid (1664) se le da por autor de dos comedias, “la una para la devoción y la otra para desengaños del mundo”. En Los gigantones de Madrid, publicado dos años más tarde, ya se dice que Santos “tiene hechas cuatro comedias, que temeroso no las quiere dar a las tablas, por conocer lo sujeto que está el verso a la ronca animación del vil aliento de veinte zapateros de viejo”, en alusión a los temidos mosqueteros de los corrales, el más afamado de los cuales era un zapatero remendón llamado Sánchez.
Pero no encontramos más referencias sobre su producción dramática, a la cual no pareció darle el autor demasiada importancia. También fray Juan Santos, hijo de nuestro autor, se empeñó en hurtarle a su padre un hueco en la historia del teatro español, y en sus preliminares a El vivo y el difunto (1692) afirma que no hace memoria de sus comedias “porque la fortuna / ni lo llevó a la prensa ni a las tablas / y así se halla su luz como confusa”. Es una pena que no queden muchos testimonios de sus obras dramáticas, ya que el teatro y sus problemas (la comedia nueva, el público de los corrales, la vida de los cómicos, etc.) aparecen como preocupación constante en las novelas de Santos.
Hay que señalar que al final de Los gigantones de Madrid se intercala una especie de entremés en verso, de carácter moralizante, titulado Otros hay más locos que nosotros, pero Rodríguez Puértolas considera que es “insostenible dramáticamente”. A Santos se han atribuido también tres autos sacramentales, escritos en realidad por fray Francisco de los Santos, contemporáneo y homónimo de nuestro autor (véase registro correspondiente); Hammond creía que la atribución al religioso era un error de Paz y Melia, y que los autos fueron escritos por el novelista madrileño. Navarro Pérez, sin embargo, los considera obra del monje jerónimo.