Biografía y producción dramática:
Juan de Tassis y Peralta, conde de Villamediana, nació en 1582 en Lisboa, adonde sus padres se habían trasladado acompañando a Felipe II en su coronación como rey de Portugal. Se crió Juan de Tassis en Palacio, donde pudo ganarse con su precoz ingenio las simpatías tanto del rey como del príncipe Felipe, a quien acompañó en 1598 a Valencia para casarse con Margarita de Austria. Se educó, al parecer, con Jiménez Patón y Luis Tribaldos de Toledo, quienes le iniciaron en la literatura. Sirvió también en Italia como maestre de campo, y residió una temporada en Nápoles, donde ganó gran reputación como hombre de letras, que vino a añadirse a su fama como caballero.
En 1618 residía ya en Madrid el conde de Villamediana, casado con Ana de Mendoza y de la Cerda. Su carácter altivo, audaz y ardiente le granjeó muchas enemistades en la Corte, ya que criticó con agudeza e insistencia los vicios de diferentes personajes, algunos de ellos, como el privado Lerma, de gran relevancia. Sus poemas satíricos se hicieron célebres en Madrid, pero Villamediana hubo de pagar con el destierro su osadía, y no regresaría a Madrid hasta 1621, tras la muerte de Felipe III, cuando el cambio de gobierno volvió a favorecerle, y pudo volver a entrar en Palacio, nombrado gentilhombre de la reina.
Participó Tassis en certámenes poéticos (como el celebrado por la beatificación de San Isidro), en academias literarias, y gozó del respeto de los principales ingenios de la época, entre ellos Lope de Vega o Luis de Góngora, de quien fue discípulo y amigo íntimo. Pero el irrefrenable espíritu crítico de este singular conde le continuó llevando por unas sendas demasiado mordaces para lo que se podía permitir; arremetió Villamediana en esos años contra el poderoso conde-duque de Olivares, enemigo peligroso, y anduvo, según parece, en amoríos con la propia reina Isabel de Borbón (aunque según otras versiones sus inclinaciones eran homosexuales). Todas estas circunstancias propiciaron que la novelesca vida del conde finalizara (el 21 de agosto de 1622) con su muerte a manos de un asesino, contratado no se sabe muy bien por quién.
El conde de Villamediana ha pasado a la historia de la literatura española como uno de los más excelsos poetas satíricos del Barroco, una época en que la sátira se elevó casi a la categoría de arte. Por desgracia, apenas cultivó el teatro, y sólo se le conoce una obra dramática, La gloria de Niquea, que cuenta sin embargo con muchos elementos de interés. Para Juan Manuel Rozas, “en España el creador de este teatro cortesano, ornamental, visual, gongorino, es el Conde de Villamediana”.
Rozas define técnicamente esta obra como “invención de aficionados”; fue representada enteramente por damas de la Corte, incluidas la infanta María y la reina, que hizo las veces de directora; véase Sommer-Mathis (2000) y Reyes Peña (2000).
Miñana (2000) se plantea, en relación con la existencia de un marco narrativo anónimo en La gloria de Niquea, si el texto dramático transmitido es realmente de Villamediana, cuyo nombre silenció Hurtado de Mendoza en su relación.