Biografía y producción dramática:
Francisco de Quevedo nació en Madrid el 17 de septiembre de 1580, en el seno de una familia hidalga; su padre, Pedro Gómez de Quevedo, originario de la montaña santanderina, era secretario de la princesa y la reina de España. La educación del joven Francisco estuvo a la altura de su linaje, recibiendo las primeras letras con los jesuitas (en su Colegio Imperial de Madrid) y pasando después a la Universidad de Alcalá de Henares, donde se graduó de bachiller y licenciado; aunque cursó después estudios de Teología, parece que no llegó a concluirlos.
Asentado en Valladolid durante los años en que permaneció allí la Corte, Quevedo empezó a darse a conocer como poeta ante una sociedad que no tardaría mucho tiempo en rendir pleitesía a su ingenio y talento desbordantes. El éxito del incipiente escritor era casi unánime, incluyendo a genios tan consagrados para entonces como Lope de Vega, aunque entre las excepciones hubo también personajes de mucho renombre, como Luis de Góngora, con quien se inició ya en aquellos años una enconada enemistad, tanto en el terreno personal como en el artístico. El enfrentamiento se tradujo en la creación (más o menos artificial) de una dicotomía poética entre dos escuelas, el conceptismo y el culteranismo, en torno a las cuales se fueron agrupando los diferentes ingenios de la época, según tomaran partido por Quevedo o Góngora.
De vuelta a Madrid, y tras haber escrito importantes jalones de su obra, como El buscón (novela picaresca) o algunos Sueños (prosa satírica), Quevedo comenzó a introducirse en el ambiente literario capitalino, así como a relacionarse con las altas esferas de poder, entablando estrecha amistad con el duque de Osuna, Pedro Téllez Girón, uno de los personajes que más influencia iba a tener en el transcurso de su vida. Al servicio de este noble, virrey de Nápoles y Sicilia, estuvo Quevedo entre 1613 y 1619, desempeñando misiones diplomáticas que, si bien le reportaron grandes beneficios durante esos años (la concesión del hábito de Santiago y de una pensión, por parte de Felipe III), acabaron por acarrearle el destierro y la prisión cuando el duque cayó en desgracia y se truncó su carrera política.
En los primeros años del nuevo privado, el conde-duque de Olivares, consiguió otra vez Quevedo el favor del poder político, a cuyo servicio puso gran parte de su talento literario, escribiendo obras históricas, políticas y filosóficas que ensalzaban la monarquía y daban propaganda a los logros económicos y sociales del valido. Pero, a mediados de la década de los treinta, Quevedo cambió el rumbo de sus simpatías políticas, que comenzaron a decantarse hacia la nobleza opositora encabezada por el duque de Medinaceli; mal enemigo encontró, desde luego, en el conde-duque, cuyo autoritarismo dio con los huesos del escritor en la cárcel-convento de San Marcos de León, donde permaneció recluido desde 1639 hasta la caída de Olivares en 1643.
La enfermedad y el abatimiento se habían apoderado de Quevedo durante el período de encierro en la torre de San Marcos, y no viviría mucho tiempo después de su nueva puesta en libertad. Estando en Villanueva de los Infantes, murió el genial escritor el 8 de septiembre de 1645. Dejaba tras de sí una ingente producción literaria, en la que cultivó los género más variados, dejando siempre su personal e inconfundible huella artística en todo lo que escribía.
No fue precisamente en el teatro, sin duda, donde el genio de Quevedo brilló con más fuerza. No, al menos, en el teatro mayor, que cultivó poco y con más pena que gloria, aunque sí hay que hablar de él como uno de los grandes maestros del teatro cómico breve. Situado a caballo entre Cervantes y Quiñones de Benavente, los entremeses de Quevedo ejercieron una enorme influencia en el devenir del género. Muy celebradas son también sus jácaras, aunque plantean un problema de adscripción genérica, ya que no está muy claro su carácter dramático.
Vega García-Luengos (1993b) ha localizado un ejemplar de esta comedia atribuida a Quevedo, y perdida durante mucho tiempo, pero manifiesta dudas acerca de su autoría.-Quien más miente, medra más. Comedia perdida, representada en la Corte la noche de San Juan de 1631, por la compañía de Manuel Vallejo; fue escrita en un solo día, en colaboración con Hurtado de Mendoza (¿y Mateo Montero?), por encargo del conde-duque de Olivares; según Pellicer, “por el poco tiempo que tuvieron los farsantes para estudialla no se pudo lograr todo el donaire de la invención y los versos”; en esa misma fiesta se representó La noche de San Juan, de Lope de Vega (véase Stoll, 1988).
Una comedia de título desconocido fue escrita por Quevedo, Hurtado de Mendoza y Mateo Montero, y representada en Palacio el 9 de julio de 1625, por el cumpleaños de la reina; aunque las fechas no coinciden, y no consta que Montero colaborase en la redacción de esta comedia, quizá pudiera tratarse de la misma; en alguna ocasión se ha identificado también con Los empeños del mentir, de Hurtado de Mendoza, pero Davies cree que se trata de obras diferentes aunque puedan haber tratado temas comunes y utilizado las mismas fuentes (1971, 275).-El retraído. Atribuida alguna vez a Quevedo, es obra de Juan de Jáuregui.
Lope de Vega se refiere, en La noche de San Juan, a “una comedia, en que ha escrito / don Francisco de Quevedo / los dos actos, que serán / el primero y el tercero, / porque el segundo, que abraza / los dos, dicen que ha compuesto / don Antonio de Mendoza”.
Título atribuido a Quevedo en una relación de comedia, aunque “es parodia de uno de sus romances, y no parece ‘relación de comedia’, sino ‘relación’ de tertulia” (García de Enterría, 1973, 347).-El desposado en mantillas.
Méndez Aparicio (1991) cita una comedia con este título en la BPT, impresa en Madrid en 1757; lleva el subtítulo de Mudanzas de la fortuna.
Autos
Atribuido a Quevedo en el mismo manuscrito donde se conserva, autógrafo al parecer, de Juan Nuño Sedeño.-Alma y pregón. Soliloquio / loa, atribuido a Quevedo en un “códice del Sr. Candamo” (La Barrera, 605).
Teatro breve
E.- Allá vas, Jandarina-Bárbara. Entremés.
E.- Contando estaba las cañas-Cara aquí me voy, cara aquí me iré. Sainete perdido.
E.- Todo se sabe, Lampuga-Cartas de Escarramán a la Méndez. Jácara. Impresa: Madrid, 1660 (Parnaso español).
E.- Ya está guardado en la trena-La consultación de los gatos.
Aunque esta obrita es un romance (de hacia 1627), Acereda (1996) la relaciona con el género del entremés, señalando que es “una especie de obra dramática disfrazada” y que “nos hallamos ante un poema dialogado con visos de pieza teatral perfectamente representable, al igual que La gatomaquia de Lope de Vega”.-Las cortes de los bailes. Baile. Impreso: Madrid, 1660 (Parnaso español).
E.- A la orilla de un pellejo-La destreza. Entremés, aunque Rodríguez Cuadros y Tordera destacan sus elementos típicos de la jácara (1983).
E.- Como un oro no hay dudar-Diálogo. Letrilla dialogada que Astrana Marín, Jammes y Vázquez Estévez citan entre las obras dramáticas de Quevedo. Impreso: Madrid, 1660 (Parnaso español).
E.- Si queréis alma, Leonor-Diego Moreno. Entremés; véase Asensio (1959).
Madroñal (1998, 135) cita una edición de 1706 (Comedias portuguesas, de Simón Machado) y un códice del XIX en la BRM, Ms. S-14-956, aunque afirma, siguiendo a Cotarelo, que la autoría de Quevedo “hoy no se acepta”.-Los enfadosos. Véase El zurdo alanceador.
Una obra titulada La endemoniada fingida fue representada en Salamanca en 1604; se tratará del entremés impreso en Valladolid, en 1609, recogido por Cotarelo; véase Domínguez Búrdalo (2000, 201).
Firmado como Félix Persio Bertiso, que según algunos críticos es seudónimo y, según otros, es un personaje diferente; Madroñal (1998, 136) cita un códice del XIX en la BRM, S-14-956 con el segundo título de El rey Cachumba de Motril y dice que “Barrera cita un entremés distinto con este título, que se imprimió en Madrid en 1625 y se atribuye a Persio Bertiso (Blecua)”.-Madrid revuelto. Loa, atribuida por La Barrera.
Hay otro con este título atribuido a Quiñones.-El médico. Entremés. Impreso: Alcalá, 1643 (Entremeses nuevos); ni Asensio ni Blecua creen que sea de Quevedo.
Se trata de un entremés impreso a nombre de Quiñones en 1657; pero Hannah Bergman afirma (1970) que el tipo de comicidad, la brevedad de la obra y la escasez de versos rimados recuerdan mucho a los entremeses de Quevedo.-Mojagón preso. Jácara. Impresa: Madrid, 1660 (Parnaso español).
E.- Embarazada me tienen-El muerto. Entremés. Impreso: Alcalá, 1643 (Entremeses nuevos).
Llamado también El muerto fingido, Pandurico o Poyatos y Pandurico.-Las nadadoras. Baile. Impreso: Madrid, 1660 (Parnaso español).
Según Astrana Marín, es obra de Quiñones; pero Asensio dice que puede ser su autor Luis de Filoaga; la autoría de Quevedo parece rechazarse de forma unánime.
E.- A la salud de las Parcas-La polilla de Madrid. Entremés; véase Berenguer (1994).
E.- Descosido tiene el cuerpo-Poyatos y Pandurico. Véase El muerto.
Hay una comedia con este título, de Lope.-Qué villano es el amor. Pieza satírica en un acto, la paternidad de Quevedo parece bastante dudosa; véase Blecua (1981, 9-10).
E.- Con mil honras vive Crivas-Los refranes del viejo celoso. Entremés; manuscrito de 1623, que se supuso autógrafo, al igual que El hospital de los malcasados. Pero Crosby comprobó que no lo era, y la atribución a Quevedo de estas obras es hoy dudosa, aunque Berenguer (1994, 236) lo considera atribuido “con garantías suficientes”; Blecua (1981, 13) lo incluye “con todas las reservas posibles, esperando que algún estudioso demuestre de quién es”. Este de Los refranes se atribuye también a Quiñones.
Fue refundido por Francisco de Castro en El cesto y el sacristán.-Relación que hace un jaque. Jácara. Impresa: Madrid, 1660 (Parnaso español).
E.- Zampuzado en un banasto-Respuesta de la Méndez a Escarramán. Jácara. Impresa: Madrid, 1660 (Parnaso español).
E.- Con un menino del padre-Respuesta de Lampuga a la Peralta. Jácara. Impresa: Madrid, 1660 (Parnaso español).
E.- Allá va en letra Lampuga-La ropavejera. Entremés. Impreso: Madrid, 1670 (Las tres musas).
E.- Añasco el de Talavera-Las sombras. Entremés. Impreso: Alcalá, 1643 (Entremeses nuevos).
Crosby y Asensio dudan de la paternidad de Quevedo; Astrana Marín lo atribuye a Quiñones; parece que puede tratarse de una refundición de Los refranes del viejo celoso.-Los sopones de Salamanca. Baile. Impreso: Madrid, 1660 (Parnaso español).
Aunque La Barrera y Fernández Guerra se lo atribuyen a Tirso, para García Valdés (1985) no hay dudas sobre la paternidad de Quevedo; también Berenguer (1994, 236) lo considera atribuido “con garantías suficientes”.-Vida y milagros de Montilla. Jácara. Impresa: Madrid, 1660 (Parnaso español).
E.- En casa de las sardinas-La vieja Muñatones. Entremés; véase Berenguer (1994).
E.- Mancebitos de la Carda-El zurdo alanceador. Entremés. Representado en mayo de 1624, en Sevilla, ante Felipe IV, por las compañías de Tomás Fernández y Andrés de la Vega y su mujer, María de Córdoba, “Amarilis”. Madroñal (1998, 134) cita un códice del XIX en la BRM, Ms. S-14-955, y otro de la Biblioteca de Évora. Impreso: Segovia, 1628.
Llamado también Los enfadosos.